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Aniversario del nacimiento de GTB

Los servicios meteorológicos informan de que en Ferrol no padecen hoy el calor sofocante que, aquel 13 de junio de 1910, hubo de soportar Ángela Ballester para asistir a la Romería de San Antonio, en lo que tanto se había empeñado, y a la que nunca llegó, porque en medio del camino le sorprendió un acontecimiento, no por sabido, inesperado. Algunos creen que fue el apremio del niño, al pasar ante una de las casas de la aldea, y no el calor como dicen otros, quien provocó los primeros síntomas del parto, pero tengan razón unos u otros el caso es que Gonzalito nació en la alcoba de su abuela, en la que “una puerta comunicaba directamente con el cielo”. Fue en aquel vetusto caserón de Serantes [en la imagen, fotografiado por GTB] que culminaba la cuesta del Hospital y que escondía, tras sus envejecidos muros, insospechados tesoros y secretos el lugar donde por primera vez presenció la inauguración del prodigio.

Desde aquel lejano día, tesón, experiencia, cultura, maestría verbal y una infinita capacidad fabuladora se aunaron en las obras de Gonzalo Torrente Ballester para ofrecer a sus lectores un lugar a su lado, permitiéndoles de ese modo cruzar en su compañía aquella maravillosa puerta, y participar así de ese mundo fantástico privado tras el cual se extiende el más reglamentado y sólido racionalismo al que únicamente el sueño y la imaginación pueden y deben trastornar.

Han pasado 106 años desde entonces y todavía hoy los misterios fascinantes de lo que el autor llamó las Torres Mochas, responsables de su manera de entender el mundo, permanecen en su prosa acompañando al sagaz lector que, mientras los descubre, experimenta el placer del lirismo y el humor de una de las mejores plumas del siglo XX, en lengua castellana.

Sí, hoy 13 de junio, día de San Antonio, celebramos el aniversario del nacimiento de Gonzalo Torrente Ballester. Y nosotros, desde su Fundación, no queremos dejar de advertirlo y señalarlo. Aquí, en el corazón de Villasanta de la Estrella, bajo el amparo de la Berenguela, se encuentran ahora los asombrosos universos torrentinos: su legado. Todos tenemos el deber de preservarlo, descubrirlo, divulgarlo y estudiarlo, porque sólo así habremos cumplido con la obligación de contribuir a mantener y enriquecer nuestro valioso patrimonio cultural, conducto indispensable para vincularnos con la historia, para simbolizar nuestra identidad, para mantener el diálogo con otras culturas.

Carmen Becerra